13 enero 2012

Pulgar

Os voy a contar la historia de un niño, pero no de un niño cualquiera. Esta es la historia de Pulgar, un niño que si no estaba la mano no podías dar.

Pulgar era un niño sencillo que tenía cuatro amigos. De entre todos ellos Pulgar era el más sencillo y también el más hermoso, hermoso por ser grueso, no espigoso. Pulgar jugaba con sus amigos entre botones, aguja e hilo. Jugaba a videojuegos, pegado a la pantalla, y cada partida ganaba y ganada. Jugaba a tecnilogios, siendo ésta palabra compleja, y entre partida y partida con sus amigos te daba una colleja.

Pulgar era un niño grande, gordo, serio y aburrido, que escuchó de sus amigos aquél trágico alarido '¡Pulgar, entra pronto en el guante que si tú no entras dentro la mano nos deja fuera y moriremos de frío hasta llegar la primavera.' Pulgar entro en su calza y encontróse el dedo roto, agujero en el guante que cedió ante la presión perdiéndo hilos y más hilos, dejando a Pulgar tranquilo pasar un invierno frío y a sus amigos calentitos con el dedo corazón.

Pulgar nunca decía nada cuando sus amigos exclamaban ‘¡Gordo, gordo más que gordo!’ y el índice siendo valiente le gritaba ‘¡Tú conmigo no juegas!’ Y Pulgar reía y lloraba sabiendo que con él se pintan cuadros, se enseña si estás de acuerdo, se hace magia con su dedo y se cubren agujeros para que el aire no escape del balón ni la pelota, de la rueda de la bici o de la tubería rota.

Y Pulgar se apuntó a un gimnasio, sabiendo que perdía el tiempo, porque era su destino ser parte de tu cuerpo. Situado está en tu mano, junto al lado de sus hermanos: índice, mayor, anular y meñique. Y siendo Pulgar el gordo, de la mano el más salado, el primero que te chupas cuando algo te ha gustado, no te olvides enseñarlo con una sonrisa en la cara cuando te hagan una foto o te guste la ensalada.

Y recuerda: dar las gracias con el pulgar es dar más que gracias.

La imagen es de este sitio

2 comentarios:

  1. Me ha quedado clarísimo! Un abrazo, MASAKOY.

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  2. Es que las cocas claras y el pulgar espeso, señor Jordicine jejeje. Abracetes gigantes

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La máscara del más turbado